Pero estar ante un paisaje es tan magnífico y hay tanta expresión en colores y formas, en luces y sombras, que no sólo nos permite aprender sobre nuestra experiencia, sino también reflejar la forma en que nos comportamos ante el universo. Pensamos en esto como artistas y maestros: estar vivo no siempre consiste en el acto de respirar. Podemos morir antes, aunque estemos vivos, porque en el momento en que dejas de hacer lo que te gusta, dejas de hacer lo que puede repercutir en los demás de forma positiva, has fallecido, aunque estés vivo. Pensar en la pregunta «¿Quién quiere morir primero?» es pensar en la búsqueda constante del artista por perpetuar su estancia en el mundo, incluso ante el sufrimiento del cuerpo, y dar continuidad entre sus enseñanzas como artista y maestro. Reflexionar sobre quién quiere morir primero es quizás una pregunta que nos lleva a la constancia e insistencia en el hacer, enseñar y aprender, porque mientras enseñamos, aprendemos. Mientras producimos, intercambiamos, nos mantenemos vivos, respiramos, y cuando olvidamos esto, morimos».